La verdad sobre los deepfakes: ¿qué son?

¿Qué es un deepfake?

En los últimos años, el término «deepfake» ha ganado notoria relevancia en el contexto de la tecnología digital y la inteligencia artificial. Se refiere a una técnica avanzada que utiliza algoritmos de aprendizaje profundo para crear imágenes, videos o audios manipulados de manera tan realista que es difícil diferenciar lo falso de lo auténtico. El término es una combinación de «deep learning» y «fake», es decir, aprendizaje profundo y falso.

La Génesis del Deepfake

La creación de deepfakes comenzó a resonar en 2017 cuando los usuarios de plataformas en línea empezaron a intercambiar vídeos manipulados con estas técnicas. El auge de las redes neuronales artificiales ha permitido que la edición de medios se vuelva cada vez más sofisticada. Los avances en inteligencia artificial han facilitado que personas con conocimientos técnicos moderados puedan crear contenidos engañosos con relativa facilidad.

Estrategias Empleadas

Redes Generativas Antagónicas (GANs): Constituyen la tecnología fundamental que impulsa los deepfakes. Las GANs operan mediante dos elementos esenciales: un componente generador y otro discriminador. El generador se encarga de producir material sintético, mientras que el discriminador juzga su veracidad. Mediante ciclos repetitivos, el generador perfecciona la calidad de las imitaciones, al tiempo que el discriminador agudiza su habilidad para diferenciar entre las producciones artificiales y las genuinas.

Sustitución Facial: Una de las utilidades más extendidas de los deepfakes es la alteración de caras. Este método consiste en reemplazar la cara de un individuo en una grabación por la de otro, empleando el mapeo de rasgos faciales y adaptaciones en tiempo real para preservar la verosimilitud, incluso durante movimientos elaborados.

Ejemplos Destacados de Deepfakes

La repercusión de los deepfakes abarca múltiples ámbitos, desde el ocio hasta la gobernanza. En el ámbito político, los deepfakes han suscitado inquietudes acerca de su capacidad para moldear la percepción ciudadana y perturbar los sistemas democráticos. Un ejemplo destacado se presentó en 2019, cuando una grabación manipulada del mandatario de Gabón, Ali Bongo, fue empleada para fomentar la agitación política.

En el sector del ocio, los deepfakes han sido utilizados tanto para la sátira como para generar polémica. Ciertos directores de cine y creadores han recurrido a esta técnica para revivir a intérpretes ya desaparecidos, mientras que otros han incurrido en un uso indebido, produciendo material pornográfico sin la autorización de los individuos afectados.

Repercusiones Morales y Jurídicas

Los deepfakes plantean retos considerables en lo que respecta a la intimidad, la protección y la moralidad. La capacidad de propagar información errónea y perjudicar la imagen de las personas es elevada. La ausencia de normativas concretas complica el enjuiciamiento de estas situaciones, si bien ciertas demarcaciones han empezado a aplicar legislaciones contra la alteración digital con fines perjudiciales.

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